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MARCOS
Prólogo
CARLOS SANTOS
Periodista
Maldición.
Mar Olayo, la editora de este libro, me ha pedido un prólogo y, en lugar de
facilitarme la cosa dándome cinco palabras como a todo el mundo, me ha dado
solo una: prólogo. ¿Y ahora qué? ¿Y ahora como te cuento que de todas las
palabras que integran este libro la palabra prólogo es la menos interesante?
Vamos a ver, Mar, si por lo menos me hubieras
propuesto una palabra, la palabra solidaridad, un poner, me hubiera marcado el
folio sobre uno de los elementos sustanciales de este proyecto.
Si al menos me hubieras dejado la
palabra creación, que es prima hermana de la ciencia pero también del arte y la
fantasía, tendría el prólogo medio escrito ya, porque esta construcción
colectiva donde los ladrillos son palabras, contadas de cinco en cinco, es un
acto de creación de considerables proporciones.
Una palabra que me hubiera venido muy
bien para escribir ese prólogo es la palabra “palabra”, que es una palabra
hermosa ¿No habías caído? La palabra palabra es una de las palabras más guapas
del universo mundo de las palabras y siempre da mucho juego, palabra.
Ya puestos, podías haberme
dicho: "escribe un prólogo con la palabra niño”. Y entonces yo
hubiera dedicado el prólogo a un niño cuyo nombre no conozco pero sé que tiene
una enfermedad con nombre extranjero y sé que le gusta la música, como a mí,
aunque seguramente se le da mucho mejor que a mí, y sé que tiene la suerte de
tener una madre peleona que lo mismo recoge firmas que recoge sonrisas que
recoge toneladas de tapones para luchar contra la enfermedad de nombre
extranjero que tiene su niño y sé que esa madre tiene amigas que vuelan alto,
como ella, y que nos hacen volar alto, siquiera unos instantes, a bordo de
palabras, a todos los que caemos en esa red de afecto y amistad.
Esa es otra palabra que me podrías
haber propuesto: amistad. Con la palabra amistad no escribo yo un prologo:
escribo una enciclopedia. Aunque siempre he tenido debilidad por las familias
numerosas, bien lo sabes, creo que la amistad es uno de los motores de la
Historia, con mayúsculas, y, desde luego, de la historia con minúsculas, que es
la buena; tan grande y tan poderoso como la propia familia.
No es reproche, Mar, todo lo
contrario: estoy muy agradecido porque me hayas dejado asomarme a esta obra
singular, única, especialísima. Pero imagínate tú lo que podía haber escrito si
me hubieras propuesto cinco palabras para este prólogo como propones a todos
los que se asoman a tu blog, que se llama precisamente así, Cinco Palabras.
Imagina que esas cinco palabras hubieran sido Amistad, Niño, Creación, Palabra
y Solidaridad.. Aparte de que me habrías dejado completamente seducido para
esta causa, como a todos los demás, porque algo tiene este proyecto que lo hace
irresistible, te habría escrito un prólogo de aquí te espero.
Pero, claro, como solo me has dicho
que escriba un prólogo con la palabra prólogo... aquí me tienes, de feliz y
leve puente para que todos puedan pasar cuanto antes a la verdad colectiva de
este libro, el octavo, que es un libro abierto de la vida escrito así: en cinco
palabras.
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